No hay sorpresa, Fernando,
ni dolor; en un ventinueve
callado has partido silencioso
ausente de quejas y gemidos.
ni dolor; en un ventinueve
callado has partido silencioso
ausente de quejas y gemidos.
Ayer, atravesando Cayón
muy cerca de la Alameda
muy próximo al rio
cerca de la Torre almenada
unas últimas hojas secas
volaron sobre el camino.
muy cerca de la Alameda
muy próximo al rio
cerca de la Torre almenada
unas últimas hojas secas
volaron sobre el camino.
Poco antes, San Román;
camino declinante
deslizaba hacia Argomilla,
tierra de piedras sagradas
unidas a Santa María
llamaban a despedida.
camino declinante
deslizaba hacia Argomilla,
tierra de piedras sagradas
unidas a Santa María
llamaban a despedida.
¿Por qué te sentí partir?
Porque he sabido tu salir
porque las hojas hablaron
porque el rio murmulló
porque la Torre lloraba.
Porque he sabido tu salir
porque las hojas hablaron
porque el rio murmulló
porque la Torre lloraba.
Ya en la noche volví a ver:
tus esperas en Cayón
que abandonabas
sujeción última, que rompiste
y en tránsito definitivo
volar al lugar de donde viniste.
tus esperas en Cayón
que abandonabas
sujeción última, que rompiste
y en tránsito definitivo
volar al lugar de donde viniste.
Un abrazo, Fernando,
sin sorpresa ni dolor.
Ausente de quejas
celebramos esta llegada
a tu Paraíso perdido.
sin sorpresa ni dolor.
Ausente de quejas
celebramos esta llegada
a tu Paraíso perdido.
bajaste Santocilde,
dejaste atrás
el calor de amigos
y entre los árboles del Morón
sonidos de tu piano
llegaron hasta el "Palacio".
El oído atento
escuchó el mensaje
de tu marcha.
Anunciaste tu ida
al Paraíso eterno,
tu vuelta, al lugar
de donde viniste
sesenta y siete años
ya.
San Román silencioso
tuteló tu salida solitaria ,
para en fría cama
decir el adiós de la despedida.
Solo han pasado dos días
y anoche te ví feliz
abrazado a tus padres,
sonreíais.